sábado, 15 de mayo de 2010

CUANDO ENCONTRE A DOÑA ANGELINA BRUSCHETTA

Doña Angelina Bruschetta era una respetable señora que yo deseaba y necesitaba conocer. Ella fue la amorosa compañera de ese genio musical llamado Agustín Lara en los tiempos difíciles que vivía como un compositor en ciernes, tiempos aquellos en que aún en medio de una gran pobreza, iniciaba su increíble carrera creando tan bellas canciones gracias a su talento y a su impresionante torrente de inspiración.


Yo, como gran admirador del músico-poeta, estaba decidido y obsesionado en contactar a las personas que hubieran tenido algún nexo con el maestro, me interesaba platicar con quienes habían sido sus músicos, como Carlitos Águila ó Manuel Nuñez, con sus amigos como lo fue el casamentero Chema Lozano, Antonio “El Chacho” Ibañez, el inolvidable Vate Ricardo López Méndez  ó don José Galindo.

También tuve la suerte de poder entrevistarme con doña María Teresa Lara, hermana de Agustín y con su esposo don Nicanor Guzmán quienes vivían allá en Tlatlauquitepec, Puebla.

Platiqué ampliamente con la muy estimada “Anita”, Ana María Fernández y con su esposo el capitán Piloto Aviador Boayé, a quienes localicé en San Antonio Texas. Igualmente conocí y llegué a estimar entrañablemente a Esperanza y Paz Águila, integrantes del famosísimo dueto, a Jorge Fernández, a Alejandro Algara, a Amparo Montes, a Alvarito, a Salvador García, a Carmela Rey y a muchos artistas mas, pero me faltaba conocer nada menos que a doña Angelina Bruschetta de quien nadie sabía nada.

La realidad es que entre mas información iba yo acumulando, sentía mas y mas la necesidad de abundarla para que cuando yo sintiera que tenía suficientes datos, documentos, historias, anécdotas y un conocimiento claro y fidedigno sobre la vida y la obra del maestro Lara, podría pensar en llevar todo ese valioso acervo a un libro biográfico.

Pero me faltaba charlar con doña Angelina, para mi era muy importante enterarme de esa primera etapa del compositor en que a mi juicio hizo lo más valioso de su magnífica obra y como muestra de lo anterior, puedo citar éstos nombres: Imposible, Mujer, Rosa, Farolito, Aventurera, Cabellera Negra, Señora Tentación, Tus Pupilas, Concha Nácar, Azul, Arráncame la Vida, Oración Caribe, Rival, Marimba, Cumbancha, Amor de mis Amores, Piensa en mí, Toledo, Murcia, Granada, Valencia, Veracruz y Solamente una vez.

Un buen día, de visita en casa de mi hermana Queta en la ciudad de Puebla mi ciudad natal, platicando con un viejo amigo de la familia que se había dedicado a lo largo de su vida a la venta de seguros, salió a la conversación el tema de las canciones de Lara y eso nos llevó a comentar sobre sus múltiples amores y no tardó en salir a relucir el nombre de Angelina a quien yo trataba de localizar desde hacía mucho sin tener buenos resultados.

Acto seguido, esta persona dijo algo que me dejó frío, resulta que doña Angelina vivía en la misma 18 Sur donde vivía mi hermana pero once calles abajo, ó sea en la 18 Sur esquina con la 3 Oriente.

Sin pérdida de tiempo salí hacia esa esquina y con las señas que me proporciono aquel amigo, identifiqué sin problema el departamentito en planta baja donde vivía la requerida dama.

Llamé a la puerta y abrió un jovencito de mas o menos trece años, le pregunté si ahí vivía doña Angelina y me dijo que si, que era su abuelita. Le dije que deseaba saludarla y después de un par de preguntas y respuestas, me permitieron entrar.

Para mi fue un emocionante momento cuando ingresó a la salita donde me encontraba y con frases de una persona educada me dio la bienvenida y me invitó a tomar asiento. A partir de ese momento nació una preciosa amistad que fue creciendo y que conservamos con mucho cariño y respeto hasta el final de su vida.   

La linda señora me dio hasta lo inimaginable en cuanto a información, también me regaló algunos manuscritos, entre ellos uno mucho muy valioso, el borrador manuscrito con la letra de la primera canción que le grabaron por cierto en Nueva York: Imposible.  

Bellos recuerdos. Me mostró un mueble tipo secreter bajo una fotografía grande de don Agustín y me dijo que ella ahí en ese mueble comía e invariablemente al empezar a tomar sus alimentos, le veía a los ojos y le decía:   Tu gustas Flaco?    

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