viernes, 28 de mayo de 2010

AGUSTÍN LARA EN INSURGENTES

Es indudable que Agustín Lara fue uno de los compositores de música popular mas inspirados y prolíficos que nos concedió el pasado Siglo XX.

El Músico-Poeta a través de su genial obra, llegó a ser conocido y admirado mas allá de nuestras fronteras, particularmente en España y Francia, en Centro y Sudamérica, en Puerto Rico, en Dominicana y en Cuba.   

El famoso Flaco de Oro le cantó a  México entero, su entrañable patria y específicamente a su Veracruz querido, a su Tlacotalpan, que fue su tierra natal por adopción.

Pero su gran público, en muy buena parte, ignora que también le dedicó hermosas canciones a África, a la ciudad de Bogotá, Colombia y  específicamente a Brasil.

Una de las partes mas importantes del legado de Lara a su enorme público, es su Suite Española, integrada por treinta y cinco piezas de orden español entre canciones, pasodobles, chotis, mazurcas y pasacalles. Así mismo, hizo nueve canciones francesas, tan francesas como las francesas que además el cantaba con su media voz en un francés perfecto.

Por esa razón, por su gran y reconocida calidad como compositor y como inspirado poeta, por la enorme cantidad de hermosas canciones que nos han hecho vibrar de amor y de emoción, el famoso Flaco de Oro ha sido merecedor de que se le recuerde con una estatua    
perpetuando su delgaducha imagen.

Existen estatuas de don Agustín Lara en el Puerto de Veracruz; en Tlacotalpan en el mismo estado; en Monterrey, N.L., en La Habana, Cuba; en Los Ángeles Ca.; en Madrid, y en Granada, España y en un inexplicable contraste, no hay estatua alguna en la ciudad de México, la ciudad capital del País que lo vio nacer.

Analizando lo antes referido, me decidí a hacer todo lo que fuere necesario para que don Agustín tuviera su estatua en la fabulosa Ciudad de los Palacios.

Primero tendría que pensar en que lugar se podría instalar le referida estatua y después de considerar un gran número de posibles sitios,  encontré el lugar idóneo: la pequeña Plaza  California en el cruce de Insurgentes Sur y Holbein (eje 6 Sur).

Esa Placita contiene una enorme y espectacular fuente. Para evitar posibles problemas investigué que esa fuente fue donada por la empresa constructora Casas y Terrenos, S.A., en 1944 siendo Presidente de la República Manuel Ávila Camacho y Alcalde de la Ciudad  don  Javier Rojo Gómez. El diseño de la misma a cargo del arquitecto Vicente Mendiola.

Me dirigí al Instituto de Bellas Artes y al de Antropología e Historia y en ninguno de los dos había algún registro de la fuente como Obra de Arte ó como Joya Antropológica; además, el arquitecto autor del diseño ya no vivía. La Plaza California podía cambiar de nombre a Plaza Agustín Lara sin ofender a ningún paladín ó héroe.

La estatua quedaría en un lugar preponderante dentro del espejo de agua y sobre un pedestal de especial diseño para evitar el fácil acceso a las turbas que pudieran presentarse en un momento dado y sería encargada al escultor Humberto Peraza que ya tenía la experiencia de haber modelado al señor Lara.

La figura de bronce ya instalada, quedaría viendo de frente a la Plaza México, haciendo recordar la magnífica obra musical que el compositor dedicó a la fiesta de toros.

El Proyecto también incluiría la sonorización de la Plaza Agustín Lara haciendo escuchar por medio de un equipo digitalizado, una canción del maestro cada hora comenzando a las siete de la mañana y terminando a las nueve de la noche. Habría que organizar cuatro ó cinco programas para que se pudiera ir variando uno distinto cada semana y también habría que cuidar que invariablemente sonara Granada a las doce de medio día y un pasodoble taurino Novillero, Fermín, Silverio ó El Cordobés a las cuatro de la tarde que es la hora del Toro. Para la despedida a las nueve de la noche se podría programar Farolito, Noche de Ronda, ó La Clave Azul.

El Proyecto estaba completo aunque todavía pendiente de pulirlo, yo ya contaba con el presupuesto del escultor, del pedestal y del equipo de sonorización. Ahora necesitaba inventar como hacerlo llegar a quien correspondía aprobarlo ó en su caso, mandarlo a la lista de los eternos pendientes y esa persona se llamaba Manuel Camacho Solís, regente de la ciudad.

Yo sabía con sólidos fundamentos e históricas experiencias que si se me hacía el milagro de poder entrevistarme con ese personaje, si acaso me iba a escuchar y después me dejaría archivado en sus pendientes.

Entonces se me prendió el foco y recurrí a Juan Pedro Dávalos, condiscípulo de mi hijo Gabriel, ellos habían sido compañeros en la Facultad de Derecho de la UNAM y ahora Juan Pedro había sido nombrado secretario particular de la señora Cecilia Occelli esposa del Presidente de la República Carlos Salinas de Gortari.

El 8 de Agosto de 1990 le escribí una muy pensada carta a la primera dama del país y se le hice llegar por conducto de su secretario particular, nuestro amigo Lic. Dávalos. En esa misiva le solicitaba su valioso apoyo para lograr el tan merecido homenaje al gran compositor que tanto le cantó a la mujer y al amor.

La reacción no se hizo esperar, la señora Occelli, sus hermanas y su mismísima mamá eran admiradoras del flaco enamorado. La distinguida señora dio instrucciones para hacerle saber al señor regente del Proyecto de la dedicación de la plaza y estatua en memoria del compositor.

Esperando que hubiera una pronta reacción, me preparé para tener cierta personalidad no como individuo sino como grupo y entonces fue que recurrí al grupo Rosa Mexicano. Yo ya conocía a Ana Luisa Peluffo que además era mi vecina, también conocía a Irma Dorantes pues años antes le vendimos nuestra casa a su linda hija Irma Infante. Ellas se encargarían de invitar a Ana Bertha Lepe y a María Duval.


Para que conocieran el Proyecto, preparé una reunión en el teatro con el que contábamos en casa, proyectando en pantalla una serie de diapositivas en las que se veía desde diferentes ángulos la referida fuente con el montaje de la estatua sobre su pedestal.

Estábamos por empezar cuando llamaron a la puerta. Se trataba del Lic. Arnaldo Martínez Osegueda que acudía a la reunión en representación del regente Manuel Camacho Solís.

Lo mejor de esa visita fue ese apretón de manos al recibir a Arnaldo, pues sin duda selló el inicio de una valiosa amistad que ha perdurado a lo largo de veintiún años. La reunión se llevó a efecto y el regente recibió el reporte y nos dio cita.

Acudimos puntuales. Yo había tenido la feliz ocurrencia de invitar también al querido matador de toros Silverio Pérez que junto con su yerno, mi querido compadre el respetable texcocano José Luís Garay acudieron  sumándose al grupo.

Después de una larga espera, apareció el regente advirtiendo que solamente contaba con tres minutos para escuchar nuestra exposición. Afortunadamente teníamos montado el proyector y la pantalla y en una forma muy rápida se dio por enterado. Nos dijo que consideraba viable el proyecto y que se lo presentáramos al Delegado de Benito Juárez, Lic. Jorge Lomelín.


Hicimos esa nueva cita e hicimos nuevamente la exposición. El Proyecto por fin caminó llegando a manos de Alejandra Moreno Toscano de Acción Social del DDF,  quien citó al escultor y lo echó a andar entregándole su correspondiente anticipo.

Todo iba caminando mas ó menos bien, como se acostumbra en la realización de los proyectos manejados por el gobierno hasta que una nochecita, a cuatro meses de la carta a doña Cecilia Occelli de Salinas, precisamente el 13 de Diciembre en el programa La Tocada  de la bellísima Verónica Castro, su invitada especial María Félix, se expresó despótica y burlonamente de las obras que Camacho Solís realizaba en el Centro Histórico de la señorial Ciudad de México, alegando con todas sus letras que era un muladar que olía a meados.

Como siempre, los políticos persiguen al precio que sea las adulaciones y se ponen a temblar cuando se les voltea el chirrión por el palito y surgen ataques y burlas sobre lo que ellos consideran sus grandes obras de proyección para que llegado el momento puedan capitalizar el mayor número de votos a su favor.

Entonces fue que don Manuel Camacho pretendió conseguir un verdadero imposible pues  tuvo la comprometida idea de lograr que María Félix, la mujer mas prepotente y petulante en la historia de nuestro país, se desdijera y en alguna forma restaurara el crédito que había deteriorado el concepto de las obras de dignificación del Centro Histórico. Obras costeadas por su gobierno y por la iniciativa privada.

Así fue que recurrió a su amigo Diego Valadés ex Procurador General de Justicia del D.F. y ex Procurador General de la República y gran amigo de la señora Félix para que invitara a comer a ese diablo de mujer al restaurante Prendes, su favorito y el, Manuel Camacho, se haría el aparecido a la hora del café para que atendiendo a la simulada invitación de Valadés se resvalara y los acompañara por un rato.

Así lo hicieron y llegando al tan esperado momento, Camacho Solís le preguntó a la Doña: Y ya está usted enterada de que en breve vamos a instalar una estatua de don Agustín Lara en la avenida Insurgentes, una de la más largas del mundo? A lo que María replicó: No, no lo sabía, pero no comprendo porqué en Insurgentes si el Flaco y yo somos de Polanco, pertenecemos a Polanco…..esa estatua se va a poner en Polanco, yo le diré donde y además….tome nota, la voy a develar yo, porque el Flaco será de México pero también es mío y se acabó.

Así, después de haber “arreglado” el problema, el triunfante regente obedeciendo al capricho de esa arbitraria e insaciable hiena, se desprendió de la estatua del castigado maestro Lara situándola en un pequeñísimo camellón de forma triangular en la confluencia de las calles de Campos Elíseos y Rubén Darío en un ámbito de edificios altos ocupados por la colonia judía residente en la capital mexicana.

El día de la revelación, fecha elegida por la mediocre actriz dejó ver una placa que reza:  

AGUSTÍN LARA
1900 – 1970
HOMENAJE DE AMOR DE
MARÍA FÉLIX
Y DE SUS AMIGOS DE LA
CIUDAD DE MÉXICO

Como siempre: María Félix y los demás, sin importarle que la fecha está equivocada pues dice 1900 debiendo ser 1897 probablemente la vieja nunca supo cuando nació el maestro.

domingo, 16 de mayo de 2010

EL FLACO DE ORO


El famoso Flaco de Oro, el Músico-Poeta, el Genial Compositor, el gran enamorado Agustín Lara nació en el número dieciséis  de la Calle del Puente del Cuervo en el viejo centro de la Ciudad de México el 30 de Octubre de 1897.

Sus padres fueron el Médico Militar Joaquín Lara y su mamá doña María Aguirre del Pino. También contaba con el cariño y protección de su madrina doña Refugio hermana de su mamá. Agustín tuvo dos hermanitos, María Teresa a quien quiso mucho a lo largo de toda su vida y Joaquín que murió muy pequeñito.

Debido a la obsesiva presión de su padre, ingresó a una academia militar en donde estuvo internado levantándose muy temprano y haciendo ejercicios militares que no iban con su forma de ser ni con su frágil fortaleza física. Después de dos ó tres intentos, el joven Lara desertó huyendo también del hogar paterno.

El delgaducho muchacho se refugió en el Mercado de la Merced cargando bultos ayudando a las amas de casa que ahí hacían sus compras.

Un buen día se enteró de que su padre había iniciado un largo viaje al continente europeo aprovechando así la oportunidad de regresar al lado de su madre y de su hermanita quienes ya habían tenido que aceptar rentar tres de las recámaras a huéspedes para completar el gasto familiar.

Así fue que inició una nueva etapa en su joven vida. De inmediato se puso a buscar trabajo y en sus tiempos libres invariablemente tocaba en forma lírica el piano de la casa.

Uno de los huéspedes le dijo casi en secreto que en un Club de Señoras necesitaban un pianista para que las muchachas bailaran con los clientes. El joven Lara se interesó, se dejó llevar, consiguió el trabajo y comenzó a ganar un buen dinerito que tanta falta hacía en su casa.

El hecho de tocar el piano para que la gente bailara, influyó en su formato musical creando así ese ritmo acompasadito con corte de danzón que luego se identificó como el estilo Agustín Lara. 

 Así transcurrió un buen tiempo hasta el día en que regresó el doctor Lara. Al enterarse de que el hijo pródigo apoyaba tan solidamente la economía de la familia, se propuso investigar de donde provenía ese dinero pues la historia que contaba el joven de que trabajaba el turno nocturno en las oficinas del telégrafo gozando de doble paga, no la creyó.

El doctor Lara no tardó en descubrir la verdad y pretendió castigar al muchacho provocando que otra vez se alejara de la casa. Ante esa critica situación, el joven Agustín de apenas catorce años,  toma camino e intenta conseguir trabajo en el medio que ya conoce y en donde puede ganar algún dinerito haciendo lo único que sabía hacer, tocar el piano.

El joven pianista comienza a rodar dentro de ese ambiente de prostitutas, alcohol, vagos y mucho danzón. Así fue que rodando y rodando llega como pianista a una casa de prostitución en el número 61 de la calle de Libertad muy cerca de la calle de Allende, allá por La Lagunilla. En esa casa entre otras muchachas trabajaba una que se llamaba Marucha quien se sentía ser su dueña.

La tal Marucha era una incorregible alcohólica y además estaba medio loca. Como el pianista ya no la soportaba, una nochecita, cuidando que ella lo oyera, simuló estar hablando por teléfono con algún amorcito provocando en ella un descocado arranque de celos y para completar la escena, rompió una botella y sorpresivamente se le fue encima cortándole la mejilla izquierda, dejándole horrible huella para el resto de su vida.

Después de reponerse de sus primeras curaciones, se alejó de la ciudad de México y se ocultó en la ciudad de Puebla donde la pasó muy mal.

Cuando volvió a la ciudad capital en 1927 ya contando con treinta años,  hizo todo lo necesario para regenerarse y cambiar de forma de vida. Así fue que una  tardecita en que caminaba por la calle de Bolivar se encontró con su querido y viejo amigo Luís Fuentes quien trabajaba como capitán de meseros en un cafesito llamado Salambó justo en el número quince de esa misma calle. El joven Lara le confió a su amigo que le urgía conseguir trabajo pero ya no como pianista de prostíbulos.

El amigo Fuentes le preguntó si le interesaría trabajar tocando como piano una pianola en el modesto restaurante donde trabajaba y que quedaba ahí mismo, a media calle. El Café Salambó era un lugar decente, propiedad de una guapa viuda de origen italiano llamada Angelina Bruschetta  y que ayudada por su mamá administraba el negocio. El Café, contaba con una pianola que accionaban los meseros cuando no había mesas que atender y absurdamente cuando estaba lleno no había nadie disponible que pudiera tocarla.

Entonces se presentaba la oportunidad para que Agustín pudiera ser aceptado como el  pianista oficial del Salambó. Quedaba pendiente lo mas importante, presentarlo con las señoras, que lo oyeran, que les interesara y que aceptaran pagarle.

Aprovechando que a media tarde no había comensales, Luisito lo llevó ante ellas, lo presentó, pidió permiso para que tocara el piano, lo concedieron, lo escucharon y Agustín consiguió el trabajo por cuatro pesitos diarios.

Al poco tiempo de estar trabajando para El Salambó, Agustín, el eterno enamorado se prendó de la linda señora y un poco mas adelante en respuesta a lo que el le transmitía a través de sus manos y de sus bellas armonías, logró conquistar su amor, formando una enamorada pareja que duró hasta 1938.

Durante esos diez años se inició y desarrolló como un gran compositor, lo mas bello de su obra lo logró en el transcurso del tiempo que vivió al lado de Angelina y como ejemplo de ello, algunos títulos: Imposible, Rosa, Mujer, Aventurera, Cabellera Negra, Como dos puñales, Señora Tentación, A tus Pies, Santa, Nadie, Concha Nácar, Azul, Arráncame la Vida, Oración Caribe, Janitzio, Amor de mis Amores, Farolito, Piensa en mi, Noche de Ronda, Cisne, Novillero, Granada, Valencia y Veracruz, entre otras.  


Nuestro amigo músico decidió ocultar a Angelina que se había casado el 16 de Febrero de 1917  y aunque el matrimonio no había progresado, no habían gestionado su divorcio. Por esa razón no pudo ofrecer a su nueva novia llevarla al altar.

Así transcurrió el tiempo hasta que en 1939 inició una nueva relación con una bailarina colombiana llamada Carmen “La Chata” Zozaya; después vendría Clarita Martínez, luego la mismísima “Doña” María Félix, mas tarde otra bailarina de nombre Vianey Lárraga, para terminar la lista con una bellísima ojiverde, Yolanda Santacruz Gasca, a quien llamaba simplemente “Yiyi” y como punto final Rocío Durán.

El Flaco de Oro, a través de su fabulosa trayectoria, ya había logrado la grabación de una gran cantidad de discos y a la vez ya había experimentado con el éxito esperado en el radio en donde dicho sea de paso, transmitió su fantástico programa “La Hora Intima de Agustín Lara” a lo largo de doce años.


Posteriormente, el maestro Lara hizo innumerables programas para la televisión en los que se presentó con destacados artistas tanto nacionales como extranjeros como Carmela Rey, Lola Flores “La Faraona” y Carmen Sevilla.

A don Agustín le apasionaba España, le había cantado como nadie e increíblemente sin conocerla. Le gustaban las mujeres españolas, los claveles rojos, la fiesta de toros, le gustaba apasionadamente estar en al Bar de Perico Chicote en La Gran Vía de la bella Madrid, le encantaba la onda Gitana, Sevilla, la comida, los paisajes, en fin, toda España.

En el último viaje que hizo a la península Ibérica, por cierto acompañado de Rocío Durán, estuvo muy chiqueado por el propio generalísimo Francisco Franco motivándolo a alargar y alargar su estancia en esas bellas tierras hispanas.

No obstante que todavía vivía la primera esposa del compositor doña Esther Rivas Elorriaga, Agustín y Rocío, tal vez ignorándolo, decidieron casarse el 24 de Junio de 1964 en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en la bella ciudad madrileña.

Su matrimonio en España y tanto apapacho de gobernantes y amigos, alargaron exageradamente su estancia en Europa. Cuando decidieron volver a México, el maestro se encontró que se había metido muy fuertemente Dámaso Pérez Prado con el escándalo del momento: “El Mambo”.

Por las intensas emociones, preocupaciones, mal pasadas, excesos y el natural estrés propios de tanto desorden, el maestro, a sus 71 años seguramente sufrió una descompensación en su débil constitución física y en su sistema nervioso cayendo en una delicada situación de depresión profunda.

Su amigo, el “Chacho” Ibañez le ofreció su casita de campo bautizada como “La Malcontenta” situada en una zona arbolada cerca de un pueblito que se encuentra en el inicio del camino al Desierto de los Leones. El maestro Lara aceptó y ahí se fue a refugiar. Únicamente hablaba con su secretario David Rodríguez a quien llamaba “Verduguillo” y  excepcionalmente recibió un par de veces la visita de doña Amalita Gómez Zepeda, secretaria del gran viejo don Emilio Azcárraga Vidaurreta.

Ahí, en “La Malcontenta” Agustín se pasó un largo tiempo auto abandonado. Poco a poco se fue sobreponiendo y después de poco mas de dos meses volvió a su casa de Edgar Alan Poe 308 esquina con Homero en Polanco.

Cuando su estado de ánimo ya era otro, un buen día, el 15 de Octubre de 1970 decidió recibir a su amigo Rodolfo “El Chamaco” Sandoval  que junto con Carlitos Águila, hermano de Paz y Esperancita integrantes del famoso dueto, se presentaron a visitarlo.

Los hizo pasar y les ofreció el trago de medio día. Acto seguido, el Flaquito de Oro copa coñaquera en mano intentó encaramarse en el banquillo de su doméstico bar, provocando que se le volteara y al perder el equilibrio el maestro se fue hasta el suelo fracturándose la cabeza del fémur lesión a la que han llamado: “Fractura de Cadera”.

Al día siguiente, fue internado por el médico ortopedista  Marco Antonio Lazcano en el Hospital Inglés para ponerlo en buenas condiciones para poderlo operar a la usanza  de aquellos tiempos a base de placas y clavos.   

Desgraciadamente, el estado físico del señor Lara en lugar de irse fortaleciendo se fue desmejorando al grado de que a los dos días sufrió un síncope cardiaco y cayó en un estado de coma del cual ya no volvió.

Así, dentro de en un coma profundo e insuperables complicaciones, no obstante los esfuerzos del grupo de médicos que lo atendían, el maestro Agustín Lara falleció el Viernes 6 de Noviembre de ese 1970 a las cinco de la tarde con cincuenta minutos.

Esa misma noche se dio a conocer la superior disposición: Por decreto del Señor Presidente de la República Lic.Gustavo Díaz Ordaz, los restos humanos del Compositor Agustín Lara, fallecido a las 17.50 horas del día de hoy, podrán ser sepultados el día de mañana Sábado 7 de Noviembre de 1970 en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores.   


GUSTAVO DÍAZ ORDAZ
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.


Viernes 6 de Noviembre de 1970

                              

ENCUENTRO CON AGUSTÍN LARA

Se trataba de reunir a la “Familia Agustín Lara” en torno a la grandiosa obra del inolvidable compositor. Contábamos con la preciosa amistad de grandes personalidades, artistas, amigos, músicos  y colaboradores del maestro. Entonces se nos ocurrió organizar un evento al que llamaríamos “Encuentro con Agustín Lara”  y sería el domingo 9 de Septiembre de 1984 a las doce del medio día.

El Lugar: el Teatro “Hermanos Zavala” entrañable lugar con que contábamos en casa la familia Abaroa Suzarte.

El Objetivo: dar a conocer el “Museo de Agustín Lara” y la oportunidad de contemplar a ese incomparable grupo de monstruos sagrados.

Los invitados: doña Angelina Bruschetta, compañera del maestro de 1928 a 1938; don Juan Arvizu, que fue su punto de apoyo en el despegue de su increíble carrera; Las “Hermanas Águila”; Amparo Montes; Alejandro Algara; Jorge Fernández; Salvador García; don Antonio “Chacho” Ibañez;  Alvarito; el exgobernador veracruzano Lic. Marco Antonio Muñoz que fue quien le regalo la casita blanca del Puerto Jarocho; el “Bribón” Fernando Ocampo; doña Laura Fernández Vda. de “Raulito, el Cartero del Aire”; el musicólogo Héctor Madera Ferrón y su esposa la retratista Isabel Alarcón; su escultor de cabecera Humberto Peraza; el Juez José María “Chema” Lozano y algunas otras importantes personas.


Las atenciones especiales: Pusimos especial empeño en las atenciones a doña Angelina. Desde dos días antes del evento, Cristy y yo nos trasladamos a la ciudad de Puebla para trasladarla muy tranquilamente a la ciudad de México acompañada de su nuera y de su nieta. Ya cómodamente instalada  en un departamento adyacente a nuestra casa, Cristy con mucho cariño la llevó al salón de belleza y a ese otro tipo de necesidades. También apapachámos con mucho cariño a ese señorón llamado Juanito Arvizu quien aunque  estaba sufriendo problemas de tipo cardiaco aceptó asistir para lo cual nos organizamos para recogerlo, cuidarlo y retornarlo a su casa.

En general agradecimos mucho la presencia y buena disposición de todos los asistentes que indudablemente la pasaron muy bien.

Alvarito Ruíz del Hoyo, quien en aquel tiempo trabajaba como pianista del restaurante Rioma propiedad de don Mario Moreno Reyes, “Cantinflas”, me había asegurado de que don Mario, su compadre,  asistiría al evento, pues le manifestó que le gustaría mucho ver y saludar a “La Güera” Bruschetta y a ese grupo de entrañables personajes, pero resulta que un par de horas antes de pasar por él, tuvo un fuerte disgusto provocado por su hijo Mario Moreno Ivanova  privándolo de darse semejante gusto.  


El Programa: a las doce de medio día se inició el arribo de todas las personalidades que nos honraron con su presencia. La recepción inicial fue en la amplia cochera que en esa ocasión funcionó como salón de estar, se ofrecieron aperitivos, refrescantes y algo de bocadillos.

La Orquesta de Solistas de Agustín Lara, con sus atriles y partituras originales, estuvo presente a lo largo de todo el evento. Nos satisfizo mucho comprobar que todos los músicos integrantes de esa memorable orquesta (tanto los sobrevivientes como los nuevos), se encontraban muy motivados por poder convivir una vez mas y después de tanto tiempo con tan queridos artistas.

A las 12,45 cuando consideramos que ya estaban presentes la gran mayoría de los participantes, pasamos al Teatro en cuyo vestíbulo se encontraba semioculto el museo próximo a su develación.

Ya instalados los asistentes en la butaquería y afortunadamente con lleno completo, se inició la añorada función con la inolvidable rúbrica de Agustín Lara ejecutada por la Orquesta de Solistas dirigida en esa ocasión por don Manuelito Nuñez.

Al término de la rúbrica, abriéndose el telón, aparecieron cobijados en un inolvidable aplauso las figuras de doña Angelina Bruschetta y de don Juan Arvizu, quienes después de asimilar el emocionante momento procedieron a tirar de los dorados cordeles que accionaron la cortina con la que estaba cubierta la vitrina que contenía entre otras cosas, un traje de vestir, encendedores, guantes, billetera, agenda, mancuernillas, anillos, máquina de escribir, radio de mesa, y demás objetos que en su tiempo pertenecieron a don Agustín Lara.

Al finalizar tan emotivo acto, apareció en el escenario Alvarito ejecutando en un precioso piano blanco cuarto de cola música de “El Flaco de Oro”, cabe comentar que a un lado del piano, recordando los muy personales gustos de don Agustín, lucía una botella de cognac Martell Cordon Blue,  una copa cognaquera servida,   un cenicero de base a un cigarrillo encendido, una cajetilla de Pall Mall largos y   una pequeña réplica de la famosa estatua de Lara obra de Humberto Peraza en un precioso bronce que facilitó el escultor, quien también estuvo presente.

Para completar la profunda emoción, se proyectó sobre el ciclorama una diapositiva que se logró seleccionar entre una buena cantidad la imagen de don Agustín tocando el piano.

Los detalles de la proyección se hicieron coincidir sobre el blanco piano y la figura del maestro lucía medio velada, medio fantasmal, sobre la tapa del mismo, dando tal  impresión que abundada por las armonías larescas emanadas de las manos de Alvarito, hizo brotar las lagrimillas en muchos de los presentes.     

En seguida, el insigne artista Javier Zavala, décimo integrante del famoso grupo “Los Doce Hermanos Zavala” y su arpa clásica, ofreció un popurrí de pronóstico reservado entrelazando distintos temas musicales de la inspiración Larista.

Como número siguiente, se proyectó un audiovisual previamente preparado a base de imagen y audio haciendo mención de cada uno de los asistentes en relación con alguna melodía con que se les identificó y  como número final, para finalizar tan memorable evento, la Familia Abaroa Suzarte ofreció a tan dilecto público un popurrí interpretado con base en la guitarra de Cristy jr., cantando a cuatro armónicas voces con la satisfacción comprobada de que fue del absoluto gusto del tan especial y conocedor  público.

Una vez terminado el evento en el citado teatro, todos los asistentes arribaron nuevamente a aquel salón que antes sirvió como recepción ahora convertido en un comedor de diez mesas con ocho sillas perfectamente enmanteladas, envajilladas y exquisitamente servidas para ofrecer a los asistentes con el merecido cariño un verdadero banquete elaborado todo por Cristy, la señora de la casa.
  
Durante la comida, el ambiente estuvo vestido musicalmente por esa inconfundible  orquesta y ya a los postres, por iniciativa de Alejandro Algara, cada uno de los artistas presentes interpretó una ó dos canciones de nuestro compositor consentido. Esa fue la última vez que se le oyó cantar a Juanito Arvizu, nunca olvidaremos su “Solo una vez”, cuando en su último verso dice: Por ser tu vanidad tan exquisita, con toda tu maldad y tu altivez, daría yo mi sangre muñequita, porque tu me besaras otra vez.

Don Juan Arvizu Santelices, “El Tenor de la Voz de Seda”, todo un  caballero, ejemplar Queretano, falleció el 14 de Noviembre de 1985 solo un año dos meses después de haberlo tenido con nosotros.     

Esta foto es un sutil recuerdo del encuentro de dos monstruos sagrados en torno a la figura de don Agustín Lara: doña Angelina Bruschetta y don Juan Arvizu después de mucho tiempo de no haberse vuelto a ver. Atestiguan el inolvidable momento don Antonio “Chacho” Ibañez, Héctor Madera Ferrón, el tenor Salvador García, Esperancita Águila, primera voz del famoso dueto y Alejandro, el mas pequeño de los hermanos Abaroa Suzarte quien micrófono en mano aparece capturando el audio  de los momentos clave.  


sábado, 15 de mayo de 2010

CUANDO ENCONTRE A DOÑA ANGELINA BRUSCHETTA

Doña Angelina Bruschetta era una respetable señora que yo deseaba y necesitaba conocer. Ella fue la amorosa compañera de ese genio musical llamado Agustín Lara en los tiempos difíciles que vivía como un compositor en ciernes, tiempos aquellos en que aún en medio de una gran pobreza, iniciaba su increíble carrera creando tan bellas canciones gracias a su talento y a su impresionante torrente de inspiración.


Yo, como gran admirador del músico-poeta, estaba decidido y obsesionado en contactar a las personas que hubieran tenido algún nexo con el maestro, me interesaba platicar con quienes habían sido sus músicos, como Carlitos Águila ó Manuel Nuñez, con sus amigos como lo fue el casamentero Chema Lozano, Antonio “El Chacho” Ibañez, el inolvidable Vate Ricardo López Méndez  ó don José Galindo.

También tuve la suerte de poder entrevistarme con doña María Teresa Lara, hermana de Agustín y con su esposo don Nicanor Guzmán quienes vivían allá en Tlatlauquitepec, Puebla.

Platiqué ampliamente con la muy estimada “Anita”, Ana María Fernández y con su esposo el capitán Piloto Aviador Boayé, a quienes localicé en San Antonio Texas. Igualmente conocí y llegué a estimar entrañablemente a Esperanza y Paz Águila, integrantes del famosísimo dueto, a Jorge Fernández, a Alejandro Algara, a Amparo Montes, a Alvarito, a Salvador García, a Carmela Rey y a muchos artistas mas, pero me faltaba conocer nada menos que a doña Angelina Bruschetta de quien nadie sabía nada.

La realidad es que entre mas información iba yo acumulando, sentía mas y mas la necesidad de abundarla para que cuando yo sintiera que tenía suficientes datos, documentos, historias, anécdotas y un conocimiento claro y fidedigno sobre la vida y la obra del maestro Lara, podría pensar en llevar todo ese valioso acervo a un libro biográfico.

Pero me faltaba charlar con doña Angelina, para mi era muy importante enterarme de esa primera etapa del compositor en que a mi juicio hizo lo más valioso de su magnífica obra y como muestra de lo anterior, puedo citar éstos nombres: Imposible, Mujer, Rosa, Farolito, Aventurera, Cabellera Negra, Señora Tentación, Tus Pupilas, Concha Nácar, Azul, Arráncame la Vida, Oración Caribe, Rival, Marimba, Cumbancha, Amor de mis Amores, Piensa en mí, Toledo, Murcia, Granada, Valencia, Veracruz y Solamente una vez.

Un buen día, de visita en casa de mi hermana Queta en la ciudad de Puebla mi ciudad natal, platicando con un viejo amigo de la familia que se había dedicado a lo largo de su vida a la venta de seguros, salió a la conversación el tema de las canciones de Lara y eso nos llevó a comentar sobre sus múltiples amores y no tardó en salir a relucir el nombre de Angelina a quien yo trataba de localizar desde hacía mucho sin tener buenos resultados.

Acto seguido, esta persona dijo algo que me dejó frío, resulta que doña Angelina vivía en la misma 18 Sur donde vivía mi hermana pero once calles abajo, ó sea en la 18 Sur esquina con la 3 Oriente.

Sin pérdida de tiempo salí hacia esa esquina y con las señas que me proporciono aquel amigo, identifiqué sin problema el departamentito en planta baja donde vivía la requerida dama.

Llamé a la puerta y abrió un jovencito de mas o menos trece años, le pregunté si ahí vivía doña Angelina y me dijo que si, que era su abuelita. Le dije que deseaba saludarla y después de un par de preguntas y respuestas, me permitieron entrar.

Para mi fue un emocionante momento cuando ingresó a la salita donde me encontraba y con frases de una persona educada me dio la bienvenida y me invitó a tomar asiento. A partir de ese momento nació una preciosa amistad que fue creciendo y que conservamos con mucho cariño y respeto hasta el final de su vida.   

La linda señora me dio hasta lo inimaginable en cuanto a información, también me regaló algunos manuscritos, entre ellos uno mucho muy valioso, el borrador manuscrito con la letra de la primera canción que le grabaron por cierto en Nueva York: Imposible.  

Bellos recuerdos. Me mostró un mueble tipo secreter bajo una fotografía grande de don Agustín y me dijo que ella ahí en ese mueble comía e invariablemente al empezar a tomar sus alimentos, le veía a los ojos y le decía:   Tu gustas Flaco?